El automovilismo hoy mostró la verdadera cara de Renault. Una marca que con su imagen apoya prácticas antideportivas y hasta peligrosas.
Franco Vivian |
Antes que
nada voy a hacer las aclaraciones pertinentes. Mi primo, Franco Vivian, corre
en la Formula Renault.
Llegó a la última fecha de la temporada con chances de salir campeón, después de
todo un torneo con sanciones sospechosas que beneficiaron nada más y nada menos
a los pilotos del equipo Plan Rombo. ¿No les suena? Entonces se los aclaro,
Plan Rombo es el plan de ahorro para la compra de autos de Renault.
Pero las sanciones
no fueron suficientes, y Franco consiguió la pole en la largada de la última
carrera en Potrero de los Funes, San Luis. Largó primero y allí se quedó hasta
que, a solo dos curvas del final –sisi, no dije vueltas sino curvas– un tal
Kevin Icardi lo tocó de atrás y lo dejó sin oportunidades de salir campeón.
Quien finalmente se coronó no fue otro que el compañero de equipo de Icardi, Nicolás
Trosset.
Podrán evadir
responsabilidades, podrán decir que no fue intencional, pero pocos les creerán.
Y el daño está hecho. Pero más allá de las cuestiones deportivas, llama la
atención que una marca como Renault avale con su imagen, su nombre y trayectoria
la violencia que hoy vivió en San Luis. Son las reglas del juego dirán algunos,
pero ¿cuál es la enseñanza que un pibe como Icardi, que quiere crecer en el
automovilismo, tiene de la empresa que lo apoya y lo financia? Con su afán de
protagonismo Renault cometió uno de los pecados más grandes en el mundo de las
marcas y es asociarse con la violencia. Por suerte, nadie salió lastimado. Fue
un toque de carrera que, de no ser por las circunstancias, se olvidaría muy
poco tiempo después. Pero lo peligroso es que, por la codicia esto podría pasar
de nuevo. ¿Y cuando sí alguien salga lastimado?
Renault es el dueño del circo, y por eso TENÍA que salir campeón. Pero como
marca ya está perdida. Como se vio en las pistas, es peligrosa y violenta.
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